viernes, 25 de septiembre de 2009

La historia de los Cronopios


Julio Cortázar es un escritor argentino. Un creador de la palabra. No sólo las repite, sino que fue capaz de inventar nuevos términos para identificar a sus personajes. Uno de esos términos es la palabra Cronopio. La definición exacta de esa palabra es TÚ (con mayúscula), ser único, que se ve invadido por el mundo, y que él/ella, intenta darle coherencia a todas esas cosas de la vida, que nos esperan, que nos arremeten, que nos sorprenden, que nos dejan llenos de alegría o a veces nos inundan de tristezas o de miedos. Cronopio, desde una postura casi ingenua, enfrenta esto de jugar a la vida y lo hace ser querible, vulnerable, incomprensiblemente transparente y digno/a.
Por ello queremos compartir contigo el siguiente cuento que nos habla de cómo son los cronopios. También aparecen amigos/as nuestros/as, los famas y las esperanzas, pero ellos, pertenecen a otro capítulo. Te presentamos el cuento Viajes; de un nuevo amigo: Julio Cortázar.
Viajes.-
Cuando los famas salen de viaje, sus costumbres al pernoctar en una ciudad son las siguientes: Un fama va al hotel y averigua cautelosamente los precios, la calidad de las sábanas y el color de las alfombras. El segundo se traslada a la comisaría y labra un acta declarando los muebles e inmuebles de los tres, así como el inventario del contenido de sus valijas. El tercer fama va al hospital y copia las listas de los médicos de guardia y sus especialidades.
Terminadas estas diligencias, los viajeros se reúnen en la plaza mayor de la ciudad, se comunican sus observaciones, y entran en el café a beber un aperitivo. Pero antes se toman de las manos y danzan en ronda. Esta danza recibe el nombre de "Alegría de los famas".
Cuando los cronopios van de viaje, encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y a la hora de dormir se dicen unos a otros: "La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad". Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están invitados. Al otro día se levantan contentísimos, y así es como viajan los cronopios.
Las esperanzas, sedentarias, se dejan viajar por las cosas y los hombres, y son como las estatuas que hay que ir a verlas porque ellas ni se molestan.

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